Por René Emir Buenfil Viera
Psicólogo y terapeuta de parejas y familias

La emergencia sanitaria que estamos viviendo trae consigo distintos retos, uno de ellos es mantener la calma, no dejarse llevar por el miedo, y generar un ambiente pacífico en casa, dónde haya más armonía que pleitos, más entendimiento y menos juzgar duramente, y más emociones positivas que angustia y frustración. Esto se dificulta cuando del exterior recibimos demasiadas noticias alarmantes y preocupantes, que nos alteran los nervios y nos dejan más paranoia y preocupación. Y es que mantener la paz mental de nuestra familia en confinamiento es complejo ya que tenemos que procurar relaciones a distintos niveles: personal, de pareja, entre adultos(as) si viven abuelo y/o abuela con nosotros, entre hermanos(as), y todos(as) como familia. Un aspecto que podemos comprobar en estos momentos difíciles es que si hacemos mejoras en alguno de estos niveles, tendrán un efecto positivo en las demás relaciones, no tenemos que cambiar todo, podemos priorizar en cuál relación que más necesita nuestra atención, aquí es donde muchas mamás y papás le dan más importancia a las hijas e hijos que a la relación de pareja, y otras personas dejan a las hijas e hijos en segundo término y se concentran más en su pareja. Quizá sea útil no descuidar ninguna relación familiar y enfocarnos en mantener lo que va bien y mejorar lo que en el pasado nos ha sido difícil sostener. Es así que entra en juego la calidad de las relaciones familiares, que es directamente proporcional a la calidad de las conversaciones que tenemos con nuestros seres queridos, y que el confinamiento tal vez no facilita que vayamos más allá de hablar de cosas triviales del día a día, o si estamos en la labor de educar, muchas veces terminamos limitando nuestras charlas a si ya hicieron lo que les pediste, o regañar y estar detrás de ellos(as) para que se laven los dientes o arreglen su cuarto. Ahora que nos quedamos en casa tenemos más tiempo de ir más allá de lo superficial y platicar con nuestra familia de esas cosas que son importantes y para las que antes no teníamos tiempo, hablar sobre cómo se sienten, sobre quién es su mejor amiga(o), por qué les gusta tanto ese youtuber o si tienen sueños o metas a futuro, y profundizar sobre esos temas, sentir una verdadera curiosidad por entender a la otra persona y no tener las típicas pláticas donde escuchas para replicar, pues sólo quieres tener la razón pero no hay un interés genuino por saber el punto de vista de la persona, y sus razones para pensar de esa manera. Hoy tenemos la oportunidad de dejar de ser desconocidos, cada quien por su lado, y darnos cuenta que no tener estas conversaciones importantes nos llevó a dejar de saber en qué anda nuestra pareja, cómo se siente últimamente nuestra mamá, o el problema que tiene ese sobrino que no tiene con quién platicarlo y no sabe qué hacer.Otra manera de manejar la incertidumbre del momento es enfocarnos en hablar y diseñar actividades conforme lo que cada persona hace bien, para lo que es mejor, basados en las fortalezas de carácter, las cualidades, los talentos, las aptitudes, las destrezas e intereses de cada persona en la familia, describir cómo nos complementamos entre todos(as) y qué puede aportar cada quien para sentirse valioso y que está contribuyendo al bienestar familiar con lo que le gusta hacer y es bueno(a) haciendo, así nos sentimos parte importante de la familia, integrados(as) y útiles. Así que si las tareas están designadas al azar, o le estamos cargando la mano a alguna persona y hay otras que quieren cooperar, procuremos un ambiente de colaboración en el hogar reorganizando las distintas actividades de manera que cada quien ponga su granito de arena.También existe el reto de generar esperanza en el futuro, más allá de la frase, que repetimos en ocasiones sin fundamento «todo va a estar bien». Pensemos en ejemplos concretos del pasado donde como familia hemos superado tiempos difíciles para decir, si todos(as) contribuimos y ponemos de nuestra parte, así como salimos adelante en el pasado, hoy podemos salir del bache. En el caso específico de esa persona en la familia que tiene ya niveles alarmantes de ansiedad o depresión, no dudemos en buscar ayuda de algún(a) profesional de la salud mental, y animarles a hacer respiraciones profundas y meditar para despejar la mente con ayuda de alguna aplicación o video y evitemos regañarles como si fuera su culpa que estén así, y si sabemos que tienen muchas ideas negativas en la mente, ayudemos a cuestionar esas ideas, y a desarrollar un optimismo realista, ya que así es la incertidumbre, igual de probable es que nos vaya mal o que nos vaya bien, y nadie puede leer el futuro para saber qué pasará. Como decía el poeta y novelista austriaco Rainer Maria Rilke: «Deja que todo te suceda, la belleza y el terror, sólo sigue caminado, ningún sentimiento es definitivo.»